¡Qué bonito está todo en primavera!, ¿verdad?
Da gusto ver como los días se alargan, empieza a sobrar la ropa de abrigo y los colores vivos pueblan nuestros armarios.
Hoy te quiero demostrar que, solo con cambiar el calzado, un look es totalmente diferente y puede ponerse en ocasiones totalmente distintas.
Vamos a empezar por la ropa.
La camisa fue un flechazo de hace pocas semanas, en Zara. El señor Amancio ha decidido ponerme la miel en los labios con millones de prendas de cuadro vichy los cuales, aunque la teoría dice que a las curvies no nos favorecen, me encantan. Además, tiene unos detalles bordados en verde “Greenery”, color tendencia de ésta temporada Primavera-verano 2017.
Los vaqueros son unos viejos amigos que me niego a “jubilar”. Los compré hace 3 temporadas en Cortefiel. Comenzaron teniendo pequeños agujeritos y raspones…y me encanta en qué han degenerado, dejando mi rodilla totalmente al descubierto. Además, tienen un color que me encanta, se me han quedado anchos y la altura del talle no es ni demasiado alta, ni demasiado baja (por favor… ¡no os rompáis!).
El abrigo llama la atención. Siempre que me lo pongo, recibo algún comentario al respecto. Es de neopreno, de una tienda local, pero yo lo he visto a precios y colores variados en otras tiendas.
Y por último, el capazo. Es una artesanía maravillosa que compré en un mercadillo que se celebra cada año con motivo de las fiestas de El Rasillo en Cameros. Un imprescindible para mí durante la primavera y el verano.
Y ahora sí, llegamos a la chicha de esta conversación: 

Por un lado, un gran imprescindible en mi armario: las zapatillas Converse. Las tengo bajas, de bota, de colores, con estampado,…
¡Me encantan! Me resultan comodísimas y, aunque no dejan de ser deportivas, hay diseños tan bonitos y originales, que hace que encajen con muchos estilismos diferentes.
Este par, en concreto, son zapatilla baja, en color beige, con la tela rasgada y cosida con hilo plateado. En la parte del talón, llevan tachuelas de pinchos y con forma de estrella. Parece que están desgastadas, y eso me gusta muchísimo, pero realmente, son del verano pasado.

Por otro lado, el típico zapato de tacón socorrido, que es comodísimo y haces que encaje en esos looks que tiene quieres ver espectacular y no morir en el intento.
Son del mismo azul de la camisa, tienen bastantes años, y son de Cuplé.
Con las Converse, podría ser un conjunto ideal para cualquier día primaveral, para salir a dar un paseo o tomar algo con unos amigos.
Con los Cuplé (y si quieres uno pantalones menos rotos…), perfectos para una entrevista de trabajo, un evento especial o, incluso, un bautizo poco formal.
¿Piensas cómo yo, que el calzado marca la diferencia? ¿También tenías ganas de primavera?
Muchas gracias por dedicarme este ratito de tu tiempo.

Nos leemos, ¿vale?