Llega el otoño y las bajadas progresivas de temperaturas. Y con ello las nuevas preocupaciones con nuestra piel.
La piel es un órgano vital al que nos encanta maltratar. Sin la piel no podríamos vivir. Lejos de que pueda estar más o menos bonita, hace que nuestra temperatura corporal sea la adecuada. Sin ella moriríamos de frío. Nos protege de los agentes externos y hace que sintamos presión, calor, vibración, temperatura… entre otros muchos.
El otoño deja las hojas de los árboles marchitas y en el caso de la piel ésta se encuentra en un estado similar. Sequedad, engrosamiento cutáneo, manchas…y un daño celular en el ADN del que no vamos a recuperarnos nunca.
La única solución en nuestras manos es intentar maltratarla lo menos posible y recuperar todos aquellos daños recuperables y dándole el alimento y el cuidado adecuado para que se vuelva fuerte ante las agresiones no controladas.
Empezaremos con el engrosamiento cutáneo. La piel frente al sol se engrosa como arma para evitar lesiones. Después del verano la piel esta dura, gruesa, apagada y por mucha crema hidratante que apliquemos no solucionaremos nada porque la capa córnea es tan gruesa que no va a dejar penetrar ninguna sustancia.
El remedio es exfoliar un par de veces por semana y aportar una buena mano de agua a la piel en forma de crema hidratante.
Cuando sometemos a la piel ante mucha temperatura y exceso de luz se produce en la piel estrés oxidativo que hará que ésta envejezca antes. Para combatir este mal una alimentación rica en antioxidantes es fundamental para recuperarla, pero no sólo la piel, sino cualquier parte del cuerpo. Además la cosmética, cada vez más evolucionada, puede ayudarnos a darle a la piel sustento para regenerarse de una manera limpia y pura utilizando formulas de origen biológico y no sintéticas.
Las manchas solares es el problema por excelencia cutáneo y que más quebraderos de cabeza nos trae a las esteticistas y dermatólogos.
No es fácil solucionarlas. Tampoco es fácil diagnosticarlas. Para poder saber cómo tratarlas hay que saber de dónde vienen y es lo más difícil.
Un melanocito no se vuelve loco y se pone a producir melanina en ciertas zonas de manera descontrolada porque sí. Siempre existe un motivo. Normalmente hormonal. Pero hay que averiguarlo. Una vez hecho habrá que ponerse manos a la obra enviándole mensajes de tranquilidad para que vuelva a sintetizar melanina con control cuando se le solicite. Y ese va a ser nuestra ocupación durante gran parte del otoño y el invierno. Recuperar la estabilidad.
Sea cual sea el problema, el otoño es una buena época para darnos un premio con mimos y compensar a nuestra piel, tanto facial como corporal. Seguro que tienes una hora libre para reservar tu cita y ponerte a punto para la nueva estación. Además, te pondremos al día con nuevos servicios y estupendas promociones con las que queremos ayudarte en tu propósito.
¡TE LO MERECES!